La de carne y hueso,
En mi vida, he asesinado un montón de veces.
Son esos momentos en los que entiendo por qué es tan específica esa ley de quitarle la vida a alguien.
Es decir, cuando naces, y descubres que al tomar tal acción, vas preso, te vuela la cabeza.
Pensás ¿Quién es capaz de tal atrocidad?
Hasta que lo sientes.
Hasta que experimentas el odio hasta la médula, y quisieras arrancarte las costillas para lidiar con algo más grande, pero no lo haces, porque entonces piensas "Si quedo vivo, de seguro le clavo cada una de mis costillas en su cráneo, en su pecho, y las que quepan, en el estómago.
Es una energía visceral que no hay cómo apagarla, sólo controlarla con el dolor donde te quepa, donde se acomode, donde le plazca y hace contigo lo que le de la maldita gana.
En mi vida he asesinado un montón de veces. Y nunca he podido, finalmente, asesinar a la asquerosidad que existe frente al espejo. La de carne y hueso.
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