Sábado, 25 de octubre. 5am

 


Quería que respiraras desde mi aliento,

y que subieras desde mi espalda hasta mis manos,

con los brazos al cielo.


Quería desfragmentar los segundos

para usar cada pedacito de ellos contigo.


Quería que tu dolor se traspolara a mi piel,

porque es algo que he atravesado toda mi vida,

y no quería que saborearas ni una gota de ese mal.


Te quise dar todo de mí, y más allá.

Te quise comprender, y entender,

y cuando no pude, te quise acompañar, y aprender.


Te quise paciente,

esperando que vieras en mí un polo donde aterrizar.


Y aunque todas mis intenciones provinieron dsde el amor,

entiendo que tú no estabas buscando quedarte.


Así que sí fui polo, en efecto,

y por desgracia, te vi partir,

a lo lejos, 

apagaste la torre de control y huiste.


Y me quedé yo, 

con el dolor, la confusión,

y la paciencia convertida ahora en torbellino de emociones contradictorias

a lo que estaba cada día preparando solo para vos.


Me quedé con el estómago rastrado,

los párpados cansados

y las mejillas mojadas, afincadas a la almohada.


Me quedé con el amor a flor de piel,

con la ilusión de que algo hermoso estaba naciendo:

la aceptación del otro,

la intimidad de hablar, sentir, escuchar y asentir.


Inerme, 

con los recuerdos de vos que no quiero borrar nunca,

pero que sé que tengo que dejar ir.


Porque si no me amás como dijiste,

¿para qué quiero conservar una mentira?

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