El desabrigo de una persona que creí conocer.

Me pediste compañía, tiempo y amor, para preparar tu partida y dejarme sin nada.

Pediste que me quedara un poco más, con esos ojitos que amé con cada fibra de mi ser. 

Me pediste abrazos, besos, y noches juntos. 

Me pediste mimos, apoyo, y no separarme de ti en las mañanas (cosa que adoraba).

Me pediste amor...

Y todo te lo dí. Todo, leal y sin reserva.

A cambio, me dejas en silencio, desnuda y desorientada, con todo este dolor, para irte a otros brazos, en busca de otra sonrisa.

¿Por qué me pedías la mía, si no te llenaba? 

¿Por qué no dejarme ir?

¿Tienes algún tipo de consciencia acerca de tu egoísmo,

y de las consecuencias de tu traición?

Hiciste exactamente lo que te dije que me dolería, exactamente lo que te dije que me quebraría en mil pedazos. 

Hiciste todo lo que te pedí que no, que por favor no...

Te lo pedí con todo el amor que ya te entregaba. 

Era lo único que pedía.  

Y sin embargo, salió a relucir el poco respeto que me tenés, 

el poco respeto que le tuviste al amor que te entregué.

«Dice más de una persona cómo se va, que cómo llega.»


Porque aunque me cueste colocar límites en una situación que para mí era imposible (porque involucraba a la persona que más amé), eso no te daba derecho a pasarme por encima. 

No te daba derecho a pedirme el mundo, para darme carbon. 

Y es que tuviste más que cinismo 

al pedir de mi tiempo, 

para excluirme del tuyo.