Llevo el peso de mi vacío, y envidio a aquellos que no.
Les tengo un amor odio a las personas.
A grupos grandes.
Les veo de lejos y me encanta como disfrutan y les envidio y les odio por lo mismo.
He llegado a disfrutar a plenitud estando con un grupo.
Pero es inevitable dar demás porque sé que es momentáneo.
Abrazo lo más posible el momento porque sé que eso se irá.
Intento alargar lo más posible porque...
Nunca se sabe.
¿A qué se debe esta envidia, entonces, si podés abrazar y disfrutar, y alargar?
Porque a pesar de que cada quien vive su lucha interna, la mayoría tiene esa capacidad de seguir.
Y a mí seguir me cuesta y me pesa.
Cada día me pesa.
Así que les envidio porque se les nota la ligereza.
Y sé que hay personas que saben mentir tan bien como yo lo sé hacer...
Pero insisto...
La gran mayoría
ese colectivo
que sigue
y sigue
y sigue...
Les veo compartir y me llena.
Y me encanta y me emputa y me estristece
porque sólo pienso en
que quizás
yo muy, muy pronto
ya no podré
justo por un peso que no sé cómo llevar.
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