Muñeca rota

 A veces, tantas veces, se me olvida que todo esto va más allá de lo que yo ame, o haya amado. Más allá de lo que yo pueda, o crea que pueda controlar.

A veces, tantas veces, tantos recuerdos amargos se me revuelven en el estómago y quiero vomitarlos todos, pero todo sale menos esos recuerdos... Y me queda la garganta ardiendo, y dentro, dentro y bien pegado a mis entrañas
quedan todos esos recuerdos. 

A veces, tantas veces, olvido que soy débil. Y juego a querer comerme el mundo, a que soy invencible, que puedo controlarlo todo... Y así, a veces, tantas veces, regreso a casa con el corazón vuelto añicos y el cuerpo cada vez más agrietado.

Cómo desearía exteriorizar cada grieta que se le ha hecho a este cuerpo que lamentablemente habito. Así, al menos, daría tanto asco que nadie, nunca más se atrevería a tocarme, ni desearme. Les daría pena, sino asco tan sólo mirarme. 

A veces, tantas veces, se me olvida que esto va más allá de lo que yo ame, o haya amado. Que nunca fue a mí. De lo que yo pueda o crea que pueda controlar, que nunca han sido las situaciones a las que me llevan mis impulsos de idiotez, o simplemente situaciones fortuitas que creo inofensivas. Que ese es siempre el problema, creer que son inofensivas, tanto mis decisiones como las situaciones donde me veo envuelta. Hasta que ya no puedo...
Y no paro de maltratarme de la manera más repugnante posible. Donde quedan estas imágenes en cada pestañeo, donde no hay vuelta atrás.
Prefería los cortes donde no había sino sangre y ya luego, una cicatriz con la que podía vivir.
Ahora, en cambio, tengo este peso en los párpados por cada flashback atrapado en ellos de todas esas pesadillas que lamentablemente no soñé.

 

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