y en la realidad...

 No sé cómo le has hecho -o quizás sí- para entrar en mis sueños. 

Allí, donde me abrazas más de una vez sin alejarte, donde me dejas acariciarte el rostro. Allí, donde, sin duda alguna, no finges no quererme. Tu abrazo, sagrado abrazo, se alarga por el tiempo que desee. Y entonces... 

Te beso. 


Puedo saborear el beso desde kilómetros de realidades. Y entonces, entra esta dura realidad de abrir los ojos, que con mucho pesar lo hago, y entonces te observo casi a mi lado y siento tanta energía allí que no me queda de otra que voltear mi cuerpo, queriendo quitarme esos deseos de tirarme encima de ti y desfallecer. Entre tanta pelea, por supuesto, te he besado unas mil veces en mi mente. 

Que no sé cómo le has hecho -o quizás sí- para entrar en mis sueños; y no ayudas en realidad.

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