Otra cajetilla, por favor.

Creo que si en éste momento me dan una caja de cigarrillos, se esfumaría en un santiamén. 

Estoy harta de mentir. 

Y la verdad es que siento que todos están cada vez más cerca de descubrirme. Me he vuelto más torpe, más cínica, más ansiosa; ahora tartamudeo para mentir, y no puedo mirar a la cara. 

Cada día, al despertar, me miro al espejo, y sonrío... Sí, esa es siempre la primera mentira del día. Pero ya mis ojos no sonríen con mis labios; ya no parezco una niña al sonreír. Se pueden notar ligeramente las grietas y costuras entre esas muecas de alguien que finge ser feliz.

A veces sólo quisiera sumergirme bajo el agua por horas, esperar hasta sentir que al salir, nada me volverá a aturdir. Pero sé que no es posible, ni una cosa, ni la otra. 

Estoy harta de mentir. La verdad es que si pudiera, si tuviese el coraje y la morbosidad necesaria, suficiente, asesinara a todos a los que quiero, sólo para que esas personas no me vean morir, y a la vez para salvarlos del dolor, del dolor de seguir vivos. 

Pero no soy egoísta, y sé que el problema soy yo, no los demás, porque nadie percibe la asquerosidad de estar vivo como yo. Porque sí, todos aman, y por eso es que dicen que la vida es bella, y está llena de pasión, pero lord, eso es lo que más asco me da, porque, ¡Carajo, el amor no me deja morir! Estoy segura que no me dejará morir nunca en paz. 

Estoy harta de mentir, mi único temor ahora es no poder superarme. Es no querer olvidar realmente todo lo que me ha jodido. Mi temor es fracasar incluso en el intento de ser nadie, y llegar a ser menos que eso. 

Y mientras, las partículas de polvo me susurran al oído

Pequeña mentirosa, ¿Cuándo te irás? ¿Qué haces aquí? ¿De verdad crees que algún día serás suficiente? Mira a tu alrededor. Todo está jodido, y lo que crees que está bien, es una completa mentira, al igual que tú.