Me pesan las cosas.

He estado rato en mi habitación, buscando razones, o simples excusas por las cuales debería dejar de hacerme daño dejándote entrar una y otra, y otra, y otra vez... 
Y la verdad es que tengo tantas... 
Porque ha sido tanto. 

¡Ya todos mis blogs hablan de ti! Halágate, imbécil. Gracias por herirme en cada etapa "nueva" de mi vida. Gracias por no encerrar tu egoísmo, sino todo lo contrario.

Te tengo hastiado, ¿no es cierto? 

Es que lo imagino, la verdad es que imagino cuán cansado debes estar de mi drama cada vez que haces algo que me hiere (Que es casi siempre, ¿No es así?) 
Pero es que, entonces, ¡¿Por qué demonios no me has dejado ir?! 

O no, no, ¡Porque esa no es la pregunta! Maldita sea. 
La pregunta es, ¿Por qué no me has mandado a la mierda, como un día lo hiciste? Como ya lo ha hecho otro ángel caído por allí... 

Pero es que yo soy torpe, ¡carajo! Pues yo misma he debido largarme hace mucho ya. 
¡Pero claro! No, ¿cierto? porque el amor grita demasiado fuerte, porque soy manipulable, porque no razono, sólo siento. Por torpe, por idiota. Por ingenua. 

....

Por ingenua, como siempre, me pasan las cosas. Me pesan las cosas. 

...

Pero bien, estemos claros, tú sigues aquí, no pidiéndome que me quede, porque sabes que no puedes pedirlo, porque no quieres, no con tu corazón. Sin embargo, tampoco me pides que me vaya porque sencillamente te escudas en mí (como usualmente haces) para no enfrentar tu dolor. 
Y qué te digo... 
...
La maldita frase. 
Maldita frase de mierda. 
Me pesa. Me pesas. 

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